lunes, 27 de mayo de 2013

Capítulo 5 parte 2


CAPITULO CINCO: parte 2 RECUERDOS

La bañera empezó a llenarse, y Álex se recostó en ella. El agua la iba llenando lentamente y al contacto con las heridas que tenía repartidas por todo su cuerpo, sentía un dolor agradable. Sus músculos empezaron a relajarse y poco a poco fue respirando más hondo. El vapor comenzaba a llenar aquella habitación y cerró los ojos. Únicamente se escuchaba el agua correr. Era un sonido que le relajaba aun más si cabe. Demasiadas experiencias vividas en muy poco tiempo.
Aun guardaba parte de la ira y la desesperación que había sentido en el momento en el que se dio cuenta que había sido traicionado; el dolor que le hacían las esposas mientras le conducían hacia los muelles, los golpes, los cadáveres... todas esas imágenes estaban latentes dentro de su ser y hacían que apretase los dientes de la frustración. Abrió los ojos. Suspiró. Cerró el grifo y el rumor cesó.
No quería martirizarse más recordando en ese momento la vorágine de acontecimientos que le habían llevado a convertirse en un fugitivo a ojos del gobierno, un fugitivo que sería cazado sin ninguna piedad y sin el más mínimo remordimiento. Sus viejos camaradas habían dejado de serlo, la gente en la que había depositado su confianza ya no estaba allí para ayudarle, ni lo estaría. Cualquiera de su anterior vida ahora sería un enemigo y más le valía estar preparado para poder apretar el gatillo en caso de que tuviera que hacerlo. Esa frase dibujó en su mente el momento en que Mina le había salvado la vida y cómo más tarde se habían fundido ambos en un beso tan apasionado.
-¿Por qué?.- se preguntó en voz alta esperando no obtener respuesta, ¿Por qué lo ha hecho?, ¿Por qué me he dejado llevar?,¿Qué es lo que siento?
En verdad no estaba seguro de la respuesta, ni tampoco estaba seguro de si la quería saber. Tenía miedo de que lo que había sentido no fuese más que una atracción meramente sexual, una vía de satisfacer sus necesidades; ¿Por qué tenía miedo de que fuera así?; la respuesta era obvia, ella le gustaba. Sonrió. Sólo se habían besado y ya le gustaba. Sus temores volvieron redoblados; no quería que fuese tan simple, no quería que fuese únicamente un sentimiento meramente físico, quería algo más; era la primera persona que le había mostrado cariño en muchísimo tiempo y quería estar seguro de sus sentimientos y de los de ella.
El agua empezaba a enfriarse, y el ya se encontraba muchísimo mejor. Apenas le dolían las heridas, y los músculos ya no los sentía tan pesados y magullados; pero aun así sabía que no estaba en muy buen estado. Necesitaría descanso si quería volver a salir a las calles.
Reuniendo fuerzas, se incorporó. Miró a su alrededor. La habitación estaba iluminada por una tenue luz proveniente de una lámpara situada justo encima de la bañera, era una pequeña lámpara de araña anclada firmemente al techo. La luz mostraba un escaso mobiliario repartido por la habitación. No había mas que un lavabo,encima,un espejo, el cual no era muy grande; un taburete sobre el que descansaban un par de toallas y completando el conjunto, un espejo de cuerpo completo que estaba justo en la puerta. La bañera se encontraba en el centro de la sala.
Salió de ella y cogió una de las toallas, era lo suficientemente grande para cubrirle desde la cintura hasta las rodillas. Se acercó a la puerta y antes de abrirla, decidió mirarse al espejo. Secó el vapor condensado en el espejo, y cuando retiró la mano se observó detenidamente.
Tenía un aspecto cansado y un par de heridas, que antes no tenía, se repartían por todo su pecho; pero por lo demás no había empeorado demasiado. Los músculos de sus brazos se marcaban, así como sus pectorales. Nunca había destacado por ser un deportista de élite, pero siempre se había mantenido en forma. Su imagen le alegró, a pesar de todo estaba de una pieza y detrás de la puerta le estaría esperando Mina. La abrió y le recibió una claridad que le hizo entrecerrar los ojos.
Rápidamente se acostumbró, salió de la habitación y cerro la puerta tras de sí. Mina se encontraba tumbada en la cama, llevando únicamente puesto un conjunto de lencería que dejaba poco a la imaginación. Ella se incorporó, con una sonrisa en los labios. Él se acercó devolviendo la sonrisa, y se sentó al borde de la cama. Ella se acercó a él y empezó a acariciarle la espalda. Ambos se miraron y volvieron a besarse como antes. Cerraron los ojos, querían sentir más allá que con sus cinco sentidos comunes. Sus lenguas jugueteaban con frenesí. Sus manos recorrían sus cuerpos, procurando no dejar sin acariciar ni un solo centímetro. Álex la fue recostando sobre la cama y el se quedó encima. Poco a poco fueron calmando la ola de lujuria que les había poseído y Álex, en la posición en la que estaba, separó sus labios de los de Mina.
Intentó articular las palabras que necesitaba, pero no fue capaz. Lo único que salió de su boca fue un balbuceo nervioso, al que Mina respondió con una pequeña carcajada. Álex se sonrojó y se puso a un lado.
-¿Qué sucede?,. Mina le preguntó girándose hacia él.-¿No te gusto?- Esto último lo dijo con una mirada picarona.
-No es eso.-él apartaba la vista.
-¿Entones?- ella ahora estaba intrigada.-¿Por qué ese cambio repentino?.
-Mientras estaba en la bañera le he estado dando vueltas a lo que sentí cuando nos dimos el primer beso, y lo que quiero sentir. Estamos en un burdel, en una habitación, tu me has recibido completamente desnuda y lo primero que has hecho ha sido lanzarte a mis labios y yo me he dejado llevar. No quiero que esto sea para ti otro trabajo, uno más en tu lista. Mina, me gustas, y se que suena estúpido; apenas nos acabamos de conocer y ya te estoy diciendo esto. Sin embargo, es así. Quizá sea el subidón de endorfinas que me has provocado o quizá sea verdad que siento algo, pero ahora mismo no estoy seguro de nada, y no quiero tomar una decisión de la que después me pueda arrepentir.
La carcajada fue tremenda, Álex la miró inquisitivo.
Ella se secó las lágrimas, le sonrió y le dijo:
-No soy una prostituta..- ahora si que Álex estaba confundido y antes de que pudiese decir nada, Mina continuó.- Este edificio no es más que una tapadera para poder llevar a cabo las labores de la resistencia. Es a la vez piso franco y hogar de unas cuantas familias y quedan un par de habitaciones libres para que algunas chicas lleven a cabo el negocio. Así es como pasamos desapercibidos a los ojos del gobierno.
-¿Y recibes a todas las personas desnuda y besándolas?.- El tono de Álex esta vez fue menos serio.
Ella sonrió- No, sólo a los que me salvan la vida y no me han parecido feos.
-Así que es eso, simplemente te gusta mi cuerpo.
-No he tenido ocasión de conocerte más en profundidad, y en los tiempos que corren, es bueno tener a alguien con quien compartir calor y pasión.
-Y yo que me había hecho falsas ilusiones...
-No tienen por qué ser falsas. No sé si lo recuerdas, pero no es la primera vez que nos vemos.
Álex estaba completamente confundido, esas palabras de Mina le habían dejado completamente descolocado. Empezó a hacer memoria, pero por más que lo intentaba no la reconoció en ninguno de sus recuerdos. Ella se levantó y fue hacia el armario, lo abrió y sacó un pequeño joyero. Dentro de él guardaba únicamente una cadena de lo que parecía ser oro. En la cadena había un pequeño broche que se abría. Dentro había una pequeña foto.
-Estas somos mi hermana y yo, hace unos cuantos años..- En la foto aparecían ella y otra chica. Apenas tendrían 13 años. Álex miró la foto fijamente y abrió los ojos. Reconoció a las chicas.
-Veo que ya lo recuerdas.- dijo guardándolo todo de nuevo en el armario.- El conflicto acababa de estallar, y ya se habían realizado los primeros desahucios. En mi casa éramos conscientes de que tarde o temprano nos iba a tocar, así que decidimos hacer las maletas e irnos antes de que pudiese pasarnos algo, pero lo planeamos tarde. Aquel mismo día aparecisteis en la calle. Salimos al soportal y os vimos, intentamos correr en dirección contraria, pero al girar la esquina, ahí estabas tú con tu uniforme de cadete junto a tu escuadra. Recuerdo que estaba aterrorizada, y no sólo yo, toda la familia lo estaba. Uno de tus compañeros sacó su arma y nos apuntó y tu le sujetaste la mano y le dijiste que no lo hiciese. Pero él apretó el gatillo y acabó con la vida de mis padres. Recuerdo tu cara de horror al ver lo que había hecho y de como te pusiste en medio para evitar que mi hermana y yo fuésemos blanco de sus disparos. Gracias a ti estamos vivas. Te reconocí cuando me salvaste la vida hace ya unas horas, eras tú, y volvió a mi mente lo que hiciste por mi.
El recuerdo de aquel día volvió a la mente de Álex. Se culpaba de aquel hecho, de no haber sido capaz de haber protegido a aquella familia; pero más lo hacía por el hecho de que al cabo de un tiempo, todos aquellos actos represivos se convirtieron en su rutina, y la llevaba a cabo de la mejor manera posible, siempre desde el punto de vista del gobierno.
Mina le sacó de su trance.-Álex, me gustas, hiciste aquello porque pensabas que era lo correcto y demostraste lo que de verdad te importa. Por eso me he lanzado a ti. Por eso te he ayudado a desnudarte y a llevarte hacia la bañera, por eso estás aquí en mi cama, medio desnudo hablando conmigo. Nos gustamos y no hay nada de malo en ello; pero si la pregunta que te haces es si lo que siento es amor, la respuesta es no, y creo que tu tampoco.
Le dio un beso, esta vez en la mejilla y le abrazó. Álex respiró hondo, y la abrazó a su vez.
-El mundo es un pañuelo.- dijo.- No te he dado las gracias por lo de antes, lo de salvarme la vida e invitarme a subir a tu habitación.
-Tu me la has salvado ya dos veces, la que debería agradecértelo sería yo.
Se separaron, y sonrieron. Se levantaron de la cama y empezaron a vestirse, Mina sacó del armario ropa para ambos. Ella se puso un vestido corto, ligero. A él le dio una camisa y unos pantalones muy parecidos a los que había llevado.
-Es ropa militar, ¿De donde la has sacado?
-Ya te dije que este edificio era un piso franco, es el uniforme con el que trabaja la resistencia.
-Apenas llevo unos días al otro lado de la línea y ya formo parte de la resistencia, no está nada mal.
-¿Quién ha dicho que formes parte?, es simplemente la ropa que usan, no quiere decir que por llevarla formas parte de ellos, el hábito no hace al monje.
-En cualquier caso, si me ven por las calles, soy hombre muerto, así que si voy a morir, por lo menos que sea con un motivo. ¿Dónde me puedo alistar?.- La conversación había tenido durante todo ese momento un cariz alegre. Ambos se habían sincerado y habían descubierto que se conocían de un hecho anterior al incidente del burdel, aunque por desgracia no fue un hecho agradable de recordar.
-Abajo, en la barra del bar, pregúntale al camarero, él es quien te puede dar todas las indicaciones para poder llegar al lugar donde se esconden.
-¿Y no me puedes llevar tu?
-Yo no soy de la resistencia, simplemente les ayudo si traen aquí algún herido o si necesitan alimentos, pero no participo en las acciones directas contra el régimen.
Mientras Álex se acababa de poner las botas, Mina se acercó y le entregó una pistola y un par de cargadores.
-Los necesitaras si pretendes durar más de unas horas fuera de esta casa, ten cuidado, porque la munición escasea.
-Gracias, lo tendré en cuenta.

Eran cerca de las nueve de la tarde, el sol empezaba a ponerse en el horizonte de la ciudad, y poco a poco se iban encendiendo las farolas que habían sobrevivido al constante desgaste de los combates.
-La cena ya debe estar a punto, es hora de bajar y que te relaciones con la gente, y esta vez, espero que no armes tanto jaleo.
-No fui yo... fueron ellos, ellos empezaron, yo sólo continué.-Álex encogió los hombros a modo de escusa.
-Si, seguro.- La sonrisa de Mina reflejaba que aquello no era más que un juego.- Anda, vamos bajando que si no, no quedará nada, y me apuesto lo que quieras a que te mueres de hambre.
Aquello era cierto, Álex estaba hambriento, no había probado bocado desde su breve encuentro con Harald, el hombre que le había salvado la vida en el muelle.
-Ganarías sin duda alguna esa apuesta.-Dijo sonriendo.
Mina salió primero y Álex cerró la puerta. Ambos bajaron hacia el bar donde hacía unas horas, habían sido el centro de atención.

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