jueves, 11 de abril de 2013

Capítulo 5 parte 1



CAPÍTULO CINCO: parte 1 HABITACIÓN 238

Al cruzar el umbral vio que no era una habitación que destacase por el mobiliario. Apenas un armario, una mesita, y una cama ocupaban el espacio entre las cuatro paredes; todos ellos de caoba, como pudo comprobar al acercarse a ellos y verlos más de cerca. Sobre la cama había una ventana que daba a la parte trasera del edificio, cuya única vista era el patio existente entre este bloque y el siguiente. Echó un vistazo a las paredes, todas ellas pintadas con un tono pálido, discreto, un tono que no llamaba la atención y hacía resaltar el mobiliario.
-Qué extraño.- se dijo a si mismo.- Para ser la habitación de un burdel me parece que posee algo que no encaja, no da el aspecto del típico rincón de tonos rojos y con apenas luminosidad.- Extrañado, continuó dando vueltas a la habitación, captando todos los detalles que en la primera pasada se le hubieran escapado.
Comprobó que las sábanas de la cama poseían un tacto agradable, suave, cálido. Estaban perfectamente estiradas, ni una arruga. Los cojines que había sobre la cama parecía que nadie había apoyado su cabeza en ellos. Por el rabillo del ojo vio en el suelo lo que parecían zapatillas de terciopelo, de un color pálido como las paredes de la habitación.
Álex no entendía nada. Esperaba una serie de objetos, y una serie de sensaciones totalmente distintas a las que estaba experimentando. Esperaba sentirse agobiado, intimidado ante la dureza de una típica habitación destinada únicamente al sexo; pero lo que aquella habitación transmitía era una sensación de tranquilidad, de paz. Parecía imposible que en medio de un conflicto como el que se estaba desarrollando en la ciudad de Piltruk, pudiese quedar un lugar como este.
-¿Ves algo de tu interés?-Se asustó al oír aquella pregunta y rápidamente se dio la vuelta. Dónde antes había una pared, ahora había una mujer rodeada de vapor y con una toalla que envolvía únicamente su cabello. Álex se quedó sin habla. Ante sus ojos tenía a la mujer más hermosa que jamás había visto. No era más alta que él, pero poseía las proporciones de una de las diosas salidas de sus más perversas fantasías. Unas piernas torneadas daban paso a una figura escultural, con una cintura en la que muchos hombres se habrían dejado gustosos embaucar por su sensual movimiento;
sus pechos, tersos y firmes, harían perder la razón y el sentido al hombre más santo y célibe que posase la mirada sobre ellos; unos brazos delgados pero fuertes , terminados en unas manos suaves que acariciaban su suave cuello; los labios carnosos que dejaban entrever un pequeña sonrisa y unos ojos azules tan intensos que podían ver hasta el alma completaban toda la imagen que a Álex le golpeó como una ola gigantesca.